Historia de Granada

Historia de Granada

A pesar de varias voces contradictorias, que atribuyen el origen de Granada a manos del mismísimo Hércules, otras tantas, más versadas, parecen acordar que el inicio de la Granada que hoy conocemos fue por obra de una tribu, llamada la tribu de los Túrdulos, que comenzaron dándole el nombre de Ihverir.

Pero no fue hasta la llegada del pueblo romano, hacia el siglo I a.d., cuando, tras la conquista de la ciudad, la rebautizaron con la denominación de Iliberis mientras ocupaban lo que hoy conocemos como el Barrio del Albaicin y la Alcazaba.

Tras un periodo de enorme vacío y poca ocupación, en donde no se conocen vestigios de civilizaciones que la ocuparan, Granada fue invadida por los musulmanes, allá por el año 711 de nuestra era, pasando a llamarse Elvira. Cuando en el 1013 fue completamente devastada, Zawi Ben Ziri, el primer rey musulmán de la dinastía de Al-Andalus, fundó Madinat Garnata, y a partir de este momento, tres grandes períodos históricos conforman la historia de la ciudad: la época Zirí, (que se situaba en el Albaicin), la Bereber y la dinastía Nazarí, que se sabe construyó la Alhambra.

La historia de Granada

En el año 1492 Granada, como otras muchas ciudades, es conquistada por los Reyes Católicos. En un principio, las condiciones de sometimiento no eran tales, y ambas culturas y costumbres convivían en perfecta consonancia, gran parte de este sosiego social lo obró Hernando Talavera, por aquél entonces arzobispo de la ciudad. Con la llegada del asentamiento definitivo de la corte, se quiso poner fin a una tradición mayoritariamente musulmana y comenzó un periodo de conversión, que se cobró no pocas muertes y víctimas del desarraigo. Para poner fin a cualquier tipo de disputas, los Reyes Católicos optaron por la expulsión de los moriscos de la ciudad.

Pero Granada, aunque ya no tenía a sus antiguos habitantes de manera mayoritaria, pues los pocos que quedaron fueron confinados a vivir en guetos, aun conservaba toda su estética musulmana, arquitectura que no era del agrado de los nuevos reyes y la posterior nobleza que fue pasando e instalándose en la ciudad, por lo que hacia el 1565, Felipe II optó por la destrucción de cualquier elemento arquitectónico de reminiscencia musulmana, reconvirtiéndolas en iglesias o, directamente, siendo destruidas.

Aun con tiempo sufiente antes de que el Albaicin fuera también eliminado de la faz de la tierra, los pocos moriscos que en él habían conseguido subsistir, se amotinaron y rebelaron contra el sistema, pero al ser minoría no pudieron continuar su revuelta, quedando reducida al mínimo su población.

Granada vive entonces, allá por el siglo XVII, su peor periodo histórico, con épocas de pobreza y hambruna, que obró no pocas pérdidas humanas, con el consiguiente descenso de habitantes. No es hasta bien entrado el siglo XVIII cuando la ciudad ve mejorar su economía, lo que se traduce en una progresión urbanística. De hecho, tal fue la progresión que ya en el siglo XIX, Granada era una de las ciudades españolas con una mayor renta, per cápita motivado, principalmente, por el auge de su universidad, su ejército o su comercio, en el que predominaba una abundante y rica producción agrícola.

Tras un periodo de convulsión social, y nuevamente de pobreza, motivado por la ocupación del ejército francés en el 1810, con la entrada del nuevo siglo, el siglo XX, la ciudad renace nuevamente y ve crecer su población y sus recursos de una manera sorprendente.