Monumentos de Pamplona

Pamplona, un lugar donde la historia respira en cada esquina, en cada vuelta del camino, es en sí un monumento. Podemos encontrar, sin embargo, algunos puntos que merece reseñar  y que ningún viajero debería perderse.

Plaza de Toros de Pamplona

El primer monumento que veremos responde a uno de los aspectos por el que la ciudad ha adquirido mayor preeminencia mundial: las corridas de toros. Es bien sabida la afición que personalidades como Hemingway u Orson Welles demostraron y la labor de difusión que realizaron, voluntaria o involuntariamente. La Plaza de Toros (imagen derecha) se encuentra fuera de la muralla, junto al río Arga. Es uno de los ejes del mundo taurino español y quedó fielmente retratada a través de la pluma de Hemingway, tanto en sus artículos periodísticos como en su obra literaria.

La otra gran plaza es la Plaza del Castillo (imagen inferior). En ella se celebraron “oficialmente” las corridas de toros hasta 1844, aunque también ha sido escenario de todo tipo de actividades variopintas: desde torneos medievales hasta enormes mercados de todo tipo. Actualmente son muy conocidas sus cafeterías, en las que también Hemingway pasó tardes enteras. Su quiosco, situado en el centro de su perímetro, es un lugar de referencia para los habitantes de la ciudad.

plaza del castillo quiosco

El Monumento a los Fueros de Navarra, de Manuel Martínez de Ubago, fue erigido en el Paseo Sarasate, en 1903, a petición popular. Representa un canto a la justicia y la libertad, además de recordar una de las épocas medievales más importantes de la región (la autonomía anterior a la soberanía castellana). Otro monumento clave es el de San Francisco de Asís, cerca de la Iglesia de San Nicolás, con una importante peregrinación de fieles. Algunas personalidades relevantes que también cuentan con una efigie son Ernest Hemingway (junto a la Plaza de Toros) o  Carlos III (Plaza del Castillo); incluso los corredores de los Sanfermines poseen un monumento en su honor, creado por Rafael Huerta en 2007, en la Avenida Roncesvalles.

Otra ruta muy interesante es la que nos lleva a visitar los diferentes puentes medievales. Muchos de ellos han sido restaurados y están cerrados al tráfico rodado, para evitar su deterioro. Siguiendo el curso del río Arga tendremos la posibilidad de encontrar un total de trece, muchos de ellos transitables a pie; los más antiguos son los de San Pedro, Magdalena, Santa Engracia, Miluce y Rochapea.  Se trata de un agradable paseo en el que confluyen historia y naturaleza, y en el que también tendremos la ocasión de contemplar molinos como el de Caparroso.